Y la peor parte es que no me ha quedado claro. Pero ¿qué es eso que tanta veces me intento aclarar? Qué poca claridad y qué tanta pendejez la mía. Pendeja por convicción, sin más.
Una vez más, gustosa y con el encabronamiento calándome, me trago mis palabras, le hago otro rasguño a mi ego y me arreglo ese traje que tantas veces he usado por aquellas noches y sonrió...
"Nadie como tú, mujer con ojos de mar."
Pendejo, tú.
¿Quién dijo miedo?
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